{Post patrocinado por el hotel rural Os Migueliños. Fotografías realizadas con Iphone}
Hay lugares que invitan a parar sin esfuerzo. A dejar el reloj, apagar el ruido y simplemente disfrutar del silencio. Os Migueliños, una casa rural situada en Catoira (provincia de Pontevedra), es uno de ellos.
Pasé un fin de semana allí a finales de octubre y me bastaron unas horas para entender por qué quienes la visitan repiten. El alojamiento combina el encanto de una casa de aldea gallega con todas las comodidades modernas. Puedes elegir entre la casa principal, con cinco habitaciones, o alguna de sus tres casas individuales, perfectas para desconectar en pareja o con amigos.
Desde el primer momento se respira calma: los árboles, los prados que rodean la finca y el ritmo pausado del entorno hacen que la estancia se sienta casi terapéutica. La primera tarde la dedicamos a disfrutar de lo más sencillo: ver la puesta de sol con una copa de vino, encender la barbacoa y escuchar cómo el día se apagaba despacio.
A la mañana siguiente, el desayuno nos esperaba en la terraza. Una mesa preciosa con productos locales que llega directamente a la casa, perfecta para empezar el día con calma y vistas.
Más allá del alojamiento, Os Migueliños es un punto de partida ideal para explorar. A solo veinte minutos en coche está el puente colgante de Xirimbao, uno de los más fotogénicos de Galicia, y cada fin de semana hay ferias en los pueblos cercanos, como es el caso del mercado de Padrón, que se celebra cada domingo y con sus 600 puestos es uno de los más grades de Galicia.
Esta escapada me recordó que no hace falta irse lejos para desconectar de verdad. Galicia está llena de rincones así: casas rurales con encanto que te reconcilian con el tiempo lento y la naturaleza. Si buscas un lugar donde el silencio y la sencillez sean parte del plan, Os Migueliños es de esos sitios a los que te apetece volver incluso antes de irte.
